UNA NUEVA VIDA (1972-1980)

A medida que la gente envejece ve partir a sus seres queridos, pero el dolor es mayor cuando se vá un amigo o amiga joven.

Mi padre murió en 1964 y mi hermano Amiris cuatro años después.

Era 1973 y Lil fue diagnosticada con cáncer.

Aprovechando que vino por breve tiempo al país, nuestras amigas de juventud, entre ellas María Elena y yo, le hicimos una especie de despedida en casa. Fue muy conmovedor.

El año siguiente fui a visitarla a la clinica donde estaba en Buenos Aires. Murió poco despues. Carlos y yo nos manteníamos viajando cada vez que podíamos.

Mis hijos crecían y yo, a mis cuarenta años, podía considerarme dichosa. Pintaba al óleo, siempre lo hice, y modestia aparte, lo hacía muy bien, especialmente los paisajes. Tuve un período que pinté el mismo cuadro repetidas veces, pero en tonos rosado, azul y verde. También me encantaba esculpir piezas pequeñas y hasta me gané un concurso de escultura en Casa de España.

Carlos tenía una posición muy buena en el gobierno y compramos un apartamento en el mismo sector donde nos ubicamos cuando llegamos a vivir a la capital. Santiago y Montecristi se fueron convirtiendo poco a poco en un recuerdo lejano. Solo viajaba al pueblo de Carlos para las reuniones de Navidad y a Santiago iba regularmente porque mi madre y hermanos vivían allá. Yo laboraba como secretaria en Salud Pública y mi hija Tamara estaba estudiando medicina. Carlitos trabajaba en agricultura y Luciano aun estaba en el colegio. Cada vez que podíamos nos olvidábamos de los problemas de la capital y nos refugiábamos en una finquita que teníamos en Cumayasa.

En 1980 Carlos sufrió de un ACV que nos cambió la vida para siempre a todos en casa.

Ya él no podía ejercer y tuvimos que vender la finca a un amigo suyo de La Romana.

Carlitos casó entonces con su novia de ocho años, Clara y fue el primero en abandonar el nido. También en ese año murió mi abuela materna, Madedé.